

Capítulo 2 12:15 pm, Plaza Ensueño Una parte de mí es como..
Added 2024-08-16 02:56:11 +0000 UTCCapítulo 2
12:15 pm, Plaza Ensueño
Una parte de mí es como todo el mundo: la encuentro atractiva, admito que posee una belleza hipnótica, que sabe qué ropa usar para exaltar sus modestos atributos, y que sabe cómo conducirse en una conversación con astucia y humor. Cuando la conocí usaba igual que ahora una falda corta y una blusa negra sencilla de tirantes. “Que te guste Pxndx es tan poser, que el hecho de que estés usando una camiseta significa que no te importa lo que piensen de ti, me agrada”, fue lo primero que alguna vez me dijo. Al principio me gustaba, no lo voy a negar, a quién no; era una de las personas más sobresalientes de la escuela; tenía buen promedio, se llevaba muy bien con todos los maestros, tenía su bandita de punk, tenía dinero. Su mirada amenazante, convencida de su encanto, senos tardíos; retaguardia singular, y la blancura de sus bien torneadas y desplegables piernas. Cerecita se presenta como un sueño pero cuando la conoces y te abres ante ella se vuelve una pesadilla.
Es la persona más inteligente que conozco. Claro, al igual que los demás primero le compré su imagen de niña inocente e ingenua sacada de alguna caricatura para adolescentes, pero bastó una buena peda para descubrirla, ella misma me dijo esa y muchas veces después que “creía” que su vida era una especie de teatro, que no había cosa que ella hiciera en la vida que no estuviera motivada por la realización de su deseo por sobresalir y agradarle a todo el mundo. Cuando pasó lo de Lupita, que se supone que le hablaría bien de mí, ella me dijo que lo hizo y que Lupita le dijo que “no le gustaban los hombres que mandan mensajeros”. Bob me platicó en una ocasión que ella le contó que nunca le habló a Lupita de mí. Me mintió y se la cogió durante tres meses hasta que terminaron.
Saliendo del baño me regresé por otra ruta para que no me vieran, estaban sentadas frente a frente donde las dejé en el área de comida, pero inclinadas hacia enfrente como atraídas, con las manos estiradas y los dedos entrelazados, se soltaron antes de que yo me acercara. Es una puta, me lo ha dicho, cada que se presenta la oportunidad de satisfacer sus deseos la toma, para ella es pecado no hacerlo, pues “quizás en este momento no lo notemos pero no sabemos lo importante que es vivir y morir sin arrepentimientos”. Aunque siendo honestos el evento de que dos personas estén tomadas de las manos y hablando mirándose a lo ojos como si se gustaran puede ser interpretado de muchas maneras. Tal vez, y solo tal vez, durante este par de horas reforzaron mucho su amistad, tal vez estaban revisando la decoración de sus uñas. Sea esto una evidencia o no, lo mejor que puedo hacer ahora es actuar como si no me importara, quiero que las cosas salgan bien.
Cere a la izquierda e Isa a mi derecha, escuchar que se llevan bien y que yo sea el centro de su conversación me hace sentir menos inseguro, pues ambas están reafirmando abiertamente su fidelidad hacia mí, una habla de nuestros días de prepa exaltando mis hazañas y la otra habla del haberme conocido como algo “especial” porque le gusta cómo la hago sentir. Conozco a Isa desde hace un año, la acogí en el jardín y durante este tiempo hemos compartido nuestros momentos más felices y los más oscuros; ella sabe que me gusta, se lo he dicho de mil maneras, aunque aún no con palabras, y creo que ella lo ha estado haciendo también, por ejemplo ahora, que me lleva de la mano y me está dice y dice “mi bebé”. No me traicionaría.
Mi parte analítica y mi parte irracional se baten en duelo en mi mente mientras recorremos el centro comercial. Ninguna de ellas sabe lo que está pasando aquí adentro. Mis posibilidades de salir victorioso, perdonar a Cere y enamorar a Isa con mi actitud son máximas. Me coloco yo frente a ellas caminando hacia atrás y les hablo de todo lo que sé y todo lo que atraviesa por mi mente, la materia prima de mi obra, lo que mis pocos pero buenos amigos consideran lo mejor de mí. Se ríen conmigo y entre ellas, levantando los helados que les compré como si dijeran “salud”. Todo lo que diría un hombre para ganar la atención y aprobación de una mujer. El dinero que gano, el reconocimiento que tengo, el aprendizaje que he obtenido, el número de chicas que legítimamente me han coqueteado en tiempos recientes y, obviamente, halagar sus bellezas y sus conductas, con un ligero tinte sexual pero dirigido a ambas, lo que lo convierte en un comentario neutral e incluso agradable. “Quiero ganármelas, quiero estar bien, quiero confiar, por primera vez estamos en mi territorio, con mis reglas, yo determino el resultado de este día, quiero ganar”, dice mi mente a la vez que mis ojos están concentrados en: las puertas eléctricas se quedaron atrás, el brazo de porcelana de Isa levantado señalando la dirección de la fiesta que a su vez levanta su falda revelando su triángulo. Debo ganar.