Entro a la habitación con mi batita blanca y la minúscula ta..

Entro a la habitación con mi batita blanca y la minúscula tanga negra. Se te iluminan los ojos. Empiezo a bailar suave, desde lejos, te dejo mirar mientras muevo la cabeza y el pelo me roza los hombros, la espalda. Te encanta mirarme. Me pongo de espalda y muevo el trasero que lo tengo redondo, lo agarro fuerte y me doy nalgadas mientras sigo bailando lento. Cuando me doy la vuelta estás erecto y saboreándote. Muy poco a poco voy bajando la tanga, cuando termino de sacarla me la paso por el coño y por el culo, como limpiándome y te la tiro a la cara. La atrapas, la hueles extasiado y empiezas a acariciarte el miembro duro con ella. Sigo bailando, me chupo un dedo, lo empapo en saliva y me toco el clítoris, le doy golpecitos...el dedo sube y baja entre los labios. Me chupo varios dedos, la saliva chorrea de mi boca carnosa, y esos dedos vuelven a mi coño mojado, abren, cierran, palpan. Subo un pie a la cama y meto dos dedos bien adentro en la vagina, se escucha lo mojado. Ya no te acaricias, ahora te masturbas, lento, con el glande brillante que deja salir su baba, me dices: Ven, ven, súbete aquí, mételo... Pero no voy. Quiero ponerte a tope primero. Bailó un poco más mientras muevo la bata para mostrarte las tetas. Las agarro, las aprieto. Te masturbas un poco más rápido y jadeas. Me chupo ahora las dos manos y las paso por mis tetas abundantes y con pezones durísimos, y me voy acercando poco a poco...me paro sobre la cama, estás entre mis pies. Dices: Siéntate, siéntate en mi palo por favor, siéntate. Lo dices como una súplica. Entonces de golpe, sin anuncio, me agacho y tu pene entra entero en mi hoyo apretado. Suelto un gritito de dolor. Pero me quedo hundiendo ese palo, tragándolo todo con la vagina, bien metido. Me agarras la cintura con fuerza, tu cara es un poema, lo disfrutas. Y entonces empiezo a moverme rápido, mis caderas son una tormenta, mi pelvis y la tuya suenan con rabia al chocarse. Estoy desbocada. ¡Más despacio! ¡Más despacio! - Me pides casi sin poder hablar- si sigues voy a acabar, no quiero, para, para un poco. Pero no paro, sigo, sigo moviéndome como un demonio. Quiero que acabes. No me importa lo que quieras tú. Quiero que acabes de una vez, me pagues y te vayas. Tengo dos clientes más esperando en el salón.