


Él vio en sus ojos lo que nadie ha visto en ella, escudriñó la profundidad de su alma, y desafió tiernamente a la hembra en celo, esa qué estaba encadenada, aquella hambrienta de sexo, de piel, sudor y gemidos. Siendo capaz de romper los grilletes para darle la libertad inmerecida, para que ella hiciera su voluntad,siendo él la presa a quién iba a devorar.Sabiendo que luego de desatarla caería rendido a sus pies, pues ella haría de él su juguete de perversión. Pasaron las horas, llegado la noche, la encontró serena, con su cuerpo o completamente desnudo no,no era casualidad,ella ya lo había planeado,ella simplemente puso las migas de pan y él se las iba comiéndose una a una hasta llegar a su averno,hasta sentirse el dueño del fuego, sin darse cuenta que solo obedecía la complacencia de su hembra ahí estaba, bebiendo su ser tragándose sus fluidos mientras ella gemia delirante a la luna por estallar en su boca una y otra vez. No,, no era él, era ella la que manipulaba el juego de satisfacer los placeres vanales y carnales. Era ella la que lo sometía cuando lo tenía en su boca,cuando bebía de su miel y lo hacía estremecer,era ella la que lo ponía sin control,a merced de su desafiante sed,de esa que lo hizo gritar y exclamar ¡Cómo lo besas de rico!, ¡Cómo me haces temblar! ¡Cómo me vuelves mierdª! con esa mirada lasciva y satisfactoria de saber que me tienes a tus pies.